17 de mayo de 2024

CUEVAS DE VALPORQUERO EN UN ABRIL MUY FRÍO Y BLANCO

El día 1 de abril, seguimos de vacaciones de Semana Santa, aprovechamos para entrar a las cuevas, hace tres años que fuimos con el pequeñín de la familia, pero quiere volver, era muy chiquitín y aunque se acuerda porque le encantaron, quiere volver a entrar , así que allá vamos, a nosotros tres también nos parece uno de los tesoros más impresionantes de nuestro Reino Leonés y allá que nos vamos los cuatro.

El día está frío, nevusquea un poquito pero nada, la nevada gorda ya la metió en estos días de atrás, está todo muy bonito...y las cuevas con lo que ha llovido y nevado están espectaculares, jamás las vimos con esta cantidad de agua dentro y este rugir de las cascadas dentro de la cueva, sí ya el sitio es impresionante con esta cantidad de agua las hace más mágicas si cabe.
Para dentro que vamos, éramos un grupo muy pequeño así que las explicaciones del guía fueron maravillosas, nos contó muchas cosas que en grupos más numerosos no se puede detener tanto.
En el inicio de la entrada a la cueva hay ahora esta orquesta hecha de madera, qué cosa más divina, dentro del espacio de arte que hay en el exterior de la cueva, he estado mirando el nombre del autor porque no lo recuerdo y no he encontrado nada, pero desde luego es una preciosidad.

La cueva es producto de las filtraciones del agua por la roca caliza que empezaron allá por el Pleistoceno del Periodo Cuaternario de la era Cenozoica, cuando el humano aún estaba en formación. Pese a que no es precisamente una adolescente, sí es más joven que otras de las cuevas que se encuentran por la zona como la de Llamazares.



El recorrido tiene una longitud de 1,6 kilómetros y –atención– 322 escalones. Hace falta llevar ropa cómoda y sobre todo abrigada, porque la temperatura en su interior es de siete grados y su grado de humedad es del 99%. Un respiro en los calurosos veranos de León, sin lugar a dudas.

La entrada está a 1.309 metros de altitud: es su parte ‘alta’, la que está abierta al público en general. Esta zona está habilitada con puentes, escaleras y caminos para que sea fácil transitar por ella. Además, las zonas más llamativas pero oscuras están iluminadas de forma artificial para que los visitantes puedan apreciarlas.

Tiene otro nivel inferior, que solo es apto para espeleólogos y se conoce también como ‘Curso de Aguas’. Se puede visitar como ‘actividad de aventura’, incluye el barranquismo, y tiene un recorrido de 2,4 kilómetros y –atención de nuevo– 468 escalones.





Si se continúa caminando por el recorrido marcado, empieza la demostración de la capacidad escultórica del agua con la piedra caliza. La sala se llama Cementerio estalactítico y en ella se pueden ver una gran cantidad de estalactitas y estalagmitas, formaciones que siempre resultan muy llamativas.

Según se avanza, el camino se estrecha y llega a la Gran Vía, cuyo nombre es más bien irónico porque en nada se parece a esas avenidas urbanas que son sus tocayas. Su ancho es de ocho metros, aunque su altura sí es muy elevada: 40 metros. Solo tiene 200 metros de longitud y sus estalactitas, eso sí, son muy impresionantes por su altura. Entre ellas destaca una columna erigida en el centro de la sala, que escala hasta el techo esquivando estalactitas.



La cueva está dividida en siete partes. La visita empieza por la sala de las pequeñas maravillas, a la que se llega pasando por un lago que tiene iluminación artificial. En ella se pueden ver formaciones rocosas que reciben nombres como la mencionada Torre de Pisa pero también la Virgen con el niño, Baño de Diana o El órgano. Los escalones también mencionados, con el adjetivo añadido de ‘empinados’, rodean este espacio tras el cual se llega a la Gran Rotonda. 

Esta sala es la mayor de todas las que se pueden visitar dentro de la cueva de Valporquero. Mide más de 5.000 metros cuadrados de superficie y 20 metros de altura y está atravesada por un río aunque su cauce solo lleva agua cuando ha llovido, generalmente cerca del invierno, nosotros el 1 de abril la pillamos rebosante de agua.

Más allá de sus dimensiones, no hay muchos puntos más llamativos en comparación con otros lugares como la siguiente sala de las Hadas, donde el río Valporquero cae en una cascada de 15 metros de altura, aunque el espectáculo también depende de las precipitaciones que hayan alimentado el caudal. Esa caída conecta con ese nivel inferior de la cueva que se explora ‘espeológicamente’.

La siguiente ‘habitación’ lleva el denominativo de Maravillas. Se trata de la zona de la cueva en la que se pueden observar más formaciones geológicas diferentes entre sí además de las más numerosas. Además, en su interior hay un pequeño lago subterráneo que comparte nombre con la sala. Ese es el final de la expedición, desde donde se emprende el camino de vuelta.






Escenario de película Sus impresionantes escenarios han llamado la atención a varios directores de cine. En 1976 se rodó la película basada en la novela de Julio Verne ‘Viaje al centro de la Tierra’, dirigida por Juan Piquer Simón. En 1980 el director leonés Aniceto Portas también eligió gruta para grabar varias escenas de ‘Estirpe de Dioses’ cuyo principal papel femenino estaba reservado para la glamurosa Eva Miller. ‘La herencia de Valdemar’’, es otro de los largometrajes que forman parte del amplio listado de cintas que se han grabado en Valporquero.

Quiero hacer una mención especial a Onésimo González que tiene ahora 80 años y fue profesor en La Robla. Su nombre está ligado a la Cueva de Valporquero desde que él, junto a sus compañeros del Grupo Peñalba de espeleología, realizaron un 21 de agosto de 1961 la primera travesía de la gruta desde Valporquero hasta Torío, saliendo por la zona conocida como La Covona. “Descubrimos un pasadizo a través de un sifón de secado que no se conocía, que ahora se conoce como el Tubo del Viento, y eso fue lo que les permitió salir”.

Nosotros después de salir de la cueva, en la Atalaya también disfrutamos de lo lindo.
Fotos para el recuerdo de un día muy feliz.




Tras la expedieción aventurera de mi familia ya teníamos hambre así que comimos en el Restaurante La Atalaya, en el que hay a la entrada del pueblo de Valporquero, lo han abierto otra vez y la comida está exquisita. Volveremos.



"Gracias a mi familia por ser el abrazo que mi alma tanto necesita"


 

3 comentarios:

Teresa dijo...

Felicidades para ti y tu familia. Besos.

Tomás B dijo...

Las fotos del exterior y la atalaya con esa poca de nieve me parecen preciosas. Del interior decir que me gustaría pillar la cueva con ese agua en esas zonas. La zona por la que esta prohibido el paso creo que la primera vez que estuve de visita en la cueva, siendo adolescente, si se podía visitar.

Saludos.

Tawaki dijo...

Había oído de esta cueva, pero nunca la he visitado, y ya veo que merece mucho la pena. Me la apunto para cuando haya ocasión de visitarlas, porque disfruto mucho admirando el trabajo de la Naturaleza a lo largo de los siglos.