Este año no quiere llegar ni el otoño y por lo que vemos tampoco el invierno...ya estamos en noviembre y aún apenas ha hecho frío, y hasta bien avanzado octubre hemos tenido un tiempo totalmente veraniego.
El fin de semana del 12, 13 y 14 de septiembre nos vamos a nuestro paraíso, necesitamos el mar como el respirar y cómo dan tan bueno allá que nos vamos, tres días de playa preciosos.
Bañarnos a la orilla porque hay mucho oleaje, son suaves pero intensas estas olas , jugamos mucho con las olas, y mami e Illán también en la orilla.
Roqueamos y pescamos muchos cangrejos.
Y miré mucho , mucho al mar...las olas parecía que querían salirse de ese mar cantábrico al que amo tan profundamente...mi mar reparador y sanador...nuestro mar...nuestro paraíso particular.
También madrugué para pasear por el más precioso paseo marítimo que exista, el Paseo de San Pedro, que va justo por encima del mar. Contemplar las vistas del mar infinito, de mi Llanes del alma, de Cué y de otras playas de esta costa, y por el otro lado del mágico cordal del Cuera es...para mi, es pura VIDA.
Amaneceres mágicos.
Hubo momentos de árbol y muchísimos abrazos a mami, risas, muchas risas y recolecta de higos.
¡Qué higada trajimos y qué ricos estaban!.
Los momentos comida, esos que tanto nos gustan jajajaja, y es que disfrutamos de la comida a tope, sobre todo en Los Piratas del Sablón con nuestras mariscadas, y en el Siete Puertas/ La Covadonga
( para nosotros La Cova de siempre) amigos nuestros desde hace tantos años...aquí hemos celebrado muchas cosas y hemos comido cientos de veces.
Viajar en familia no es un lujo, Es una forma de sanar. Reconectar y guardar momentos que ningún dinero podrá comprar después.























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